lunes, 25 de febrero de 2008

Muerte "sin sentido"

El hombre le da demasiadas significaciones a simples manifestaciones de la vida. Verbigracia: la muerte. La llenamos de signos, la convertimos en representación, motivo de angustias. ¿Por qué a todo le tenemos que agregar sentido? Lo mismo, el amor. Son simples manifestaciones, “aparecen” al ser como fuerzas…

Aquí evoco al hedonista Epicuro, quien habla de la muerte allá por el siglo IV AC en pleno escepticismo y desmembramiento político de la antigua Polis griega…El fragmento, de su epístola a Meneceo…

"Pues no hay nada temible en el hecho de vivir para quien ha comprendido auténticamente que no acontece nada temible en el hecho de no vivir. De modo que es estúpido quien asegura que teme la muerte no porque hará sufrir con su presencia, sino porque hace sufrir con su inmanencia. Pues lo que con su presencia no molesta sin razón alguna hace sufrir cuando se espera. Así pues, el mal que más pone los pelos de punta, la muerte, no va nada con nosotros, justamente porque cuando existimos nosotros la muerte no está presente, y cuando la muerte está presente nosotros no existimos. Por tanto, la muerte no tiene nada que ver ni con los vivos ni con los muertos, justamente porque con aquellos no tiene nada que ver y éstos ya no existen. Por otro lado, el común de las gentes unas veces huye de la muerte por considerarla la más grande de las calamidades y otras veces la añora como solución a las calamidades de la vida".

He tenido estas discusiones los días previos con un “viejo amigo”. Ameritaba poner una postura con la cual comparto en gran medida. Sé que la muerte se te está mostrando como pregunta existencial. La muerte, para mí, no puede ser pregunta (en el lenguaje).

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Hedonistas, escépticos y cínicos...

De haber heredado un poco más de ellos, otra sería la historia esta. Fuimos moldeados por el fatalismo y la irreversibilidad del destino que encontramos en las tragedias griegas.
¡Menos Sófocles y más Epicuro, Zenón, Digógenes!

Como dice Solari: vivir sólo cuesta vida.

Anónimo dijo...

*Diógenes

tomas dijo...

Gracias juanchi por crear un lugar para el libre pensar, aca dejo un pequeño e insuficiente, aunque sincero comentario directo de mi cogito sin intermediario y con una horripilante sencillez.
Comprendo lo inabarcable de las manifestaciones voluptuosas de nuestro ser mismo en meros símbolos; y comparto la inocua forma en que se nos presenta la muerte, ya sea como perdida como pregunta o como un simple concepto.
Lo ineludible lo inmanente como bien dijiste es esa idea de muerte, nuestra manifestación mas directa y visible es la muerte de otros, como por así llamarlo es el acontecimiento objetivo de lo que somos, conllevando lo que de seguro seremos…
Bien claro esta que la muerte no puede hacerse presente en su más pura esencia por las razones que de la mano de Epicuro y tu pluma has descrito. Pero entonces, ¿que es lo que se desprende de esa experiencia ante la muerte? (del otro); uno ante la presencia de la muerte se ve mas influenciado por la perdida, por la desazón de los seres que “aun no” han muerto y que conformaban su entorno, que por sentir la esencia de la muerte la finitud cerca de uno.
Por otro lado, desde una postura mas ontologica de la muerte, puede decirse que va con la vida misma, son siameses desde su fecundación y nunca podrán ser separados. Por lo tanto preguntarse por la muerte no es más que preguntarse por la vida, la vida es cada segundo, cada minuto que transcurre; de igual forma lo es la muerte.
La muerte lo es todo, y todo es vida ,en noción de finitud. Esto que podriamos llamar muerte es el acontecimiento del ser mas solidario con nuestro el ser mismo.

tomas dijo...

muerte a la muerte... aca esta la boludes que esperabas... jaja.

Herni dijo...

A la muerte se le suele otorgar automaticamente un sentido trágico, por ser solo la finalización de la vida, que al mismo tiempo se supone una extensión desde su mismo fin (eso mas para los que creen en esa "otra vida"). Es feo ponerse a pensar en algo que aparentemente no tiene sentido, en este caso el destino general más finito. Es como Unamuno cuando mataba a su Augusto en "Niebla"; simplemente deja de existir y el único que lo llora es su perro, que termina convirtiéndose en ceniza. Está inculcado en ese mismo sentimiento / sentido trágico el hecho de ponernos a filosofar un rato como preparación para la muerte, como supo plantear Montaigne. Nunca puede faltar un poco de masoquismo existencial en el hombre jaja...
Ahora, yo creo que la vida tiene un sentido, y el mismo consiste en vivirla, por más que no sea del todo favorable en su mayoria de momentos. Eso si, si uno se acostumbra a lo bueno, despues extraña la contrapartida y viceversa, jaja...

Me gustó la propuesta del blog, te agrego a los "amigos de Farselona"

un abrazo, gracias por tu comentario Juan (se viene el partido, se viene...)

Hernán