lunes, 24 de noviembre de 2008

La crisis guionada


¿Por qué es crisis el descalabro en las cuentas de los bancos metropolitanos y no es crisis la muerte por desnutrición infantil en África? ¿Por qué es crisis la caída de los mercados bursátiles de todo el mundo y no la crítica situación de salud de poblaciones afectadas por la polución ambiental de las corporaciones? ¿Por qué las hipotecas mal administradas significa “crisis” y no las condiciones indignas de vivienda que padece gran parte de la población mundial? ¿Quién define qué es crisis y por qué? Esa es la gran pregunta de este artículo.
En primer lugar, la política no debe ser entendida como un hecho. Los positivistas enfatizaron y enfatizan la idea de que el escenario político está compuesto por “acontecimientos reales” y que los ciudadanos reaccionan ante ellos con decisiones racionales en las distintas instancias del sistema democrático. Sin embargo, hoy la política, atravesada por el lenguaje y el dispositivo mediático, no es un hecho, sino un texto. A eso hace referencia Murray Edelman en su célebre libro: “La construcción del espectáculo político”.
Si la política no es un hecho, no tiene un significado estable y determinado dado por la “realidad”. Si la política es un texto (como lo es), su significado se construye. Se construyen problemas sociales, líderes políticos y enemigos políticos con una cierta interpretación otorgada por los sectores dominantes para mantener el statu quo (la estructura social) en el marco de una dominación simbólica.
Es así como hay que entender la palabra “crisis” que aparece en los medios masivos de comunicación y en el espacio de la política: como una construcción de un problema social para promover una cierta ideología (por supuesto, la ideología dominante).
¿Qué implica decir “crisis financiera”?. Se convierte un acontecimiento en una “crisis”. Decir crisis en el lenguaje político busca generar consenso para posteriores privaciones. Es decir, las crisis generalmente racionalizan políticas especialmente perjudiciales para quienes ya se encuentran en desventaja. Dice Edelman: “Las guerras, las recesiones, las depresiones, los temblores de tierra severos y los aumentos abruptos de los precios imponen cargas especialmente pesadas sobre los pobres y los débiles mientras también justifican el acrecentamiento del poder de los regímenes”. Sólo cabe pensar en ejemplos muy actuales: General Motors había decidido despedir por las crisis a 400 operarios de su planta en Rosario. Finalmente, por un acuerdo con el Gobierno no lo hizo. Pero, ¿hay recortes en el nivel gerencial o de directorio que, en una estructura multinacional de estas características, concentran los sueldos más elevados? No. Por supuesto, siempre los que sufren las crisis son los débiles.
Por ello, es una crisis “guionada”. Escrita en un papel por un guionista y entregada a ciertos actores del espacio de lo público que siguen “al pie de la letra” el texto. Dice Edelman: “Una crisis, como todo desarrollo de la actualidad, es una creación del lenguaje utilizado para describirla; la aparición de una crisis es un acto político, no el reconocimiento de un hecho o una situación raros”.
Al escenario actual hay que entenderlo de esta manera. La idea de “crisis financiera” se debe comprender como una creación del lenguaje; como una construcción discursiva tendiente a generar consenso en la generación de privaciones en los sectores subalternos y a seguir manteniendo la estructura social de dominación.
Incluso estas noticias sobre la crisis están muy alejadas de la vida cotidiana. Y esa es su intención. Nos sentimos preocupados por algo que ni siquiera nos toca de cerca. Dice Edelman: “Escuchar o leer las noticias es vivir intermitentemente en un mundo con el que no se tiene contacto en la vida cotidiana; cuando no se las lee la diferencia no es considerable, con la importante salvedad de que entonces la mente no se centra en las realidades que las noticias construyen”. Lejos está la crisis financiera de la vida de las personas. No obstante, pauta los ritmos de humor y de comportamiento de las personas. Una paradoja que sigue sojuzgando a los más débiles en una estructura político-mediática tendiente a reproducir la hegemonía.

1 comentario:

Anónimo dijo...

las ideologias (las dominantes, siempre), que recelan de los hechos para legitimizarce...
tom